Continuamos con la inmersión en el mundo de la Heráldica a propósito del Salón Rico del Corral de Don Diego con esta tercera entrada, dedicada al curioso escudo de las seis aves que aparece en el alicer del artesonado de nuestro edificio. (Pueden ponerse al día, si no lo han hecho aún aquí: https://consorciotoledo.com/blog-adarve/heraldica-en-el-salon-rico-del-corral-de-don-diego-i/ y aquí https://consorciotoledo.com/blog-adarve/heraldica-en-el-salon-rico-del-corral-de-don-diego-ii/.

Blasonábamos las armas en la primera entrada como: de plata, seis palomas de azur picadas y membradas de gules y armadas de sable; filiera de gules.

Para entender el blasonado debemos acudir a nuestros ya aprendidos conocimientos básicos de heráldica. El campo no plantea ninguna dificultad (de plata = en campo de plata) más allá de que los pigmentos originales amarilleen más o menos y puedan inducir a error. Las seis palomas se ven nítidamente, pero aparentemente presentan un coloreado negro (de sable). Sin embargo, una mirada atenta (además de otras razones que se esgrimirán más adelante) nos permite discernir que el pigmento de las palomas es azul, oxidado o virado hacia el negro que percibimos actualmente.

En la siguiente imagen se muestra un detalle de una de las palomas donde puede apreciarse su tonalidad azul original.

Para comprender el «picadas y membradas de gules y armadas de sable» tenemos que explicar los siguientes conceptos:

· Picado: cuando los picos de las figuras heráldicas tipo «ave» llevan un esmalte diferente del resto del cuerpo se debe señalar en el blasonado.

· Membrado: patas (los miembros) de otro color distinto al del cuerpo.

· Armado: cuando un animal heráldico lleva las garras o uñas de un esmalte que no es el del resto del cuerpo se dice que está armado.

En cuanto a la «filiera» cabe destacar que esta pieza heráldica es una pieza disminuida de la bordura. La bordura es una pieza de las llamadas honorables que se representa como un borde corrido por todo el perímetro de la boca. Suele tener un grueso de un sexto del ancho del escudo. A partir de la bordura se obtienen otras piezas de segundo orden como por ejemplo la orla o la filiera de nuestro escudo. La única diferencia son sus dimensiones. No obstante, esta clasificación en bordura, filiera, orla, etc. no se da en la tratadística hasta el siglo XVII. La bordura recibía en los siglos XII y XIII, los nombres de «bordura», «bordadura» y «orla», indistintamente, lo que quiere decir que, si nuestros escudos del Salón Rico fueron pintados en el siglo XIV, el tecnicismo «filiera» resulta demasiado preciso y extemporáneo. No obstante se ha preferido blasonar el escudo empleando el término «filiera» por ajustarse razonablemente bien a sus dimensiones y considerarlo más eficaz hoy día para describir el blasón.

Dice Martín de Riquer en su libro «Heráldica castellana» que la bordura o bordadura se utilizó con profusión en todos los reinos, pero con dos fines distintos:

· Como partición de un escudo: si recuerdan la entrada anterior, se llama partición a cualquier división interna del campo del escudo a partir de líneas que fragmentan su interior. La bordura vendría a ocupar esta función como herramienta de diseño para dividir el escudo en partes aprovechables compositivamente. Según Riquer, en el reino de Castilla es donde este uso de la bordura alcanza su mayor extensión, utilizando el ribeteado de un sexto del ancho del escudo para incluir en él las armas de otro linaje dentro de unas propias (por ejemplo castillos por el borde en un escudo cuyo campo lo ocupan otras figuras, como en el escudo de Portugal: https://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1ldica_portuguesa#/media/Archivo:Royal_Arms_of_Portugal.svg). De esta manera se componen fácilmente combinaciones de dos escudos heráldicos cuando dos familias se unen por matrimonio, colocando unas armas en el centro del mismo y las de la segunda familia perimetrando la bordura o casos similares)

· Brisar un escudo: del francés «briser les armes» brisar las armas es «cortar» o «romper» las armas con el fin de diferenciar un escudo de otro, por ejemplo para indicar que es el hijo o la esposa los que portan las armas del cabeza de familia. En la Edad Media, en Francia e Inglaterra y también en coronas peninsulares como la de Aragón (sobre todo en la zona catalana) y en menor medida la de Castilla, la bordura se utilizó para brisar las armas respetando el derecho del cabeza de familia a portar las armas plenas (Garci Alonso de Torres en su manuscrito del siglo XV «Blasón d´armas» dice: «armas syn deferençia no las puede traer salvo el poseedor del solar» y también comenta sobre la bordura, a la que él llama orla: «Orla es o se dize la que se pone alrrededor del escudo, y su natural postura es por deferençia, como é dicho, del poseedor del solar». En algunos países sólo los primogénitos tienen derecho a utilizar las armas plenas del padre. En otros, ni siquiera el primogénito, por lo que la brisura cobra gran protagonismo en la heráldica, utilizándose muchas piezas distintas para brisar las armas.

Además de estos dos usos descritos existe un tercero, que es el de honrar las armas de su poseedor. Se sabe que algunos reyes otorgaban el privilegio de añadir una bordura de gules a determinados caballeros por su valor en batalla o sus servicios prestados.

Dicho todo esto, en nuestro escudo, la bordura (habitualmente de gules, aunque el deterioro del pigmento no permite garantizarlo sin ensayos de laboratorio) podría estar indicándonos alguna de estas hipótesis:

  1. El escudo heráldico del cabeza de familia realmente lleva una bordura (filiera) desde el principio, como parte de su diseño inicial, como partición sin más.
  2. Que las armas con bordura (filiera) pertenezcan a un hijo del portador de las correspondientes armas plenas.
  3. Que las armas con la bordura (filiera) sean de la esposa del portador de las armas plenas.
  4. Que el rey honrara al portador del escudo inicial (de plata, seis palomas de azur picadas y membradas de gules) con una bordura (filiera) de gules.

Al contrario que en la entrada anterior, donde no alcanzábamos a atribuir las armas heráldicas de las fajas gemelas jaqueladas a una persona concreta, en este caso de las palomas azules tenemos muchas certezas y sólo algunas lagunas. Sabemos por el libro «Discursos ilustres historicos i genealogicos» publicado en 1636 por D. Pedro de Rojas, caballero de la orden de Calatrava, conde de Mora y señor de la villa de Layos, que el caballero D. Diego García de Toledo (nacido en Toledo, en las postrimerías del siglo XIII y fallecido en Toledo el 17 de abril de 1321, modificó sus armas (su escudo heráldico) en algún momento de su vida: «Dexó las antiguas armas de sus pasados […] i tomó por armas seis palomas azules con picos, i pies colorados, en campo de plata. Que parece deuio de ser por emparentar alguno de sus abuelos con los Palomeques; y estas armas aunque no está aueriguado mas de lo referido de ellas, con ser señores de las casas de la Gallineria, quedan prouadas».

Esto deja bastante claro quién es el cabeza del linaje que comenzó a utilizar las armas plenas: Diego García de Toledo I. Pero nada dice Pedro de Rojas de la filiera (o bordura) de gules que presenta nuestro escudo lo que nos hace dudar si la dichosa filiera no nos estará indicando que el representado por estas armas es uno de sus descendientes (por las razones explicadas más arriba cuando hablamos sobre las brisuras), casualmente también llamados Diego García de Toledo durante siete generaciones. En cualquier caso… ¿quién fue este Diego García de Toledo I?

Diego García de Toledo I fue un caballero toledano de gran importancia entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. Almirante mayor de la mar, canciller del Sello de la Poridad (título consistente en disponer del sello del rey y con este priviliegio, poder firmar en su nombre), portero mayor del Rey, consejero privado de Fernando IV y alcalde mayor de Toledo, señor de Magán, de Cervera de los Montes, Mejorada y Segurilla. Casi nada…

Fue hijo del caballero mozárabe Juan García de Toledo, portero mayor en la Corte de Sancho IV. Era descendiente de un linaje emparentado con las más rancias estirpes toledanas: los Yáñez, los Gudiel y los Barroso (quédense con este último apellido para futuras entradas).

Para no extendernos demasiado con la biografía del bueno de Don Diego, daremos unas breves notas y les remitimos a la bibliografía para ampliar conocimiento. Diego García de Toledo I, participó como diplomático principal en las negociaciones de paz en el conflicto bélico del siglo XIV mediante el cual el rey de Castilla, Fernando IV, y el rey de Aragón, Jaime II,  se disputaron la toma del reino de Murcia. Representó a Castilla en la «sentencia arbitral de Torrellas» y en el «tratado de Elche» mediante los cuales se acordaron intercambios de territorios entre los dos reinos y una designación ordenada de la reconquista de Murcia. Estos tratados perjudicaron al caballero Don Juan Manuel (autor del Conde Lucanor), que veía reducido sus señoríos por causa de las negociaciones impulsadas por D. Diego, lo que les convirtió en enemigos irreconciliables. Cuando Diego cayó en desgracia (a todos les llega…) y dejó de gozar de la protección real, Don Juan Manuel se encargó de que fuera ajusticiado y de arrojar su cadáver insepulto desde lo alto del alcázar de la ciudad.

Diego García de Toledo fue un personaje interesantísimo de su época, señor feudal canónico, a veces noble a veces villano de película, enriquecido con el negocio de la greda de Magán y la alcaicería vieja de los paños que regentaba en sus casas principales del Corral de Don Diego (a estas alturas ya habrán adivinado el porqué del topónimo de nuestra recoleta zona actual de bares y terrazas y a quién perteneció el edificio del Salón Rico que contiene los escudos heráldicos de estas entradas del blog).

En la imagen anterior y en las que siguen pueden ver los magníficos detalles con que fueron dibujadas en origen las palomas gracias a las fotografías infrarrojas del arqueólogo Antonio Gómez Laguna.

El escudo, por tanto, podemos decir que perteneció a Diego García de Toledo I o a alguno de los miembros de su familia directa, con las debidas reservas debido a la inclusión de la filiera en el diseño sin registro documental conocido de la misma.

Para terminar, decir que el blasonado completo de este escudo debe indicar la posición de las palomas pues con blasonar «seis palomas de azur…» alguien que nunca hubiera visto el escudo no tendría información suficiente para colocarlas tal y como aparecen en el diseño original. Entonces debemos blasonarlo así: De plata, seis palomas de azur, picadas y membradas de gules y armadas de sable, colocadas uno, dos, uno, dos; filiera de gules.

FUENTES:

· Alonso de Torres, Garci. Blasón d´armas. Manuscrito 529. Biblioteca de Catalunya. Barcelona

· Bardasano, Carolina y Perla, Antonio. Estudio sobre el Palacio de Don Diego. Inédito. 2016

· De Cadenas y Vicent, Vicente. Fundamentos de heráldica. Ciencia del blasón. Hidalguía. Móstoles, 1994.

· Delgado y Ugarte, Josu Imanol y Martínez Larrañaga, Fernando. Manual de Heráldica. La ciencia del blasón. Editatum. Torrazza Piamonte (Italia), 2019.

· Messía de la Cerda y Pita, Luis F. Heráldica española. El diseño heráldico. Aldaba Ediciones. Madrid, 1990.

· Morollón Hernández, Pilar. Caballeros toledanos al servicio de los reyes en el siglo XIV. Anales toledanos, ISSN 0538-1983, Nº42, 2006, págs. 7-44

· Rojas, Pedro de. Discursos ilustres históricos, i genealógicos. Impresor del Rey Ioan Ruiz de Pereda. Toledo, 1636.

· Riquer y Morera, Martín de. Heráldica castellana en tiempos de los reyes católicos. Biblioteca Filológica, Quaderns Crema, Barcelona, 1986.

· Biografía de Diego García de Toledo: Real Academia de la Historia: https://dbe.rah.es/biografias/52638/diego-i-garcia-de-toledo

Agradecimientos:

· a Carolina Peña Bardasano y Antonio Perla, por su fascinante estudio histórico sobre el Salón Rico.

· a Antonio Gómez Laguna, por el meticuloso trabajo arqueológico de documentación mediante fotografía infrarroja de las policromías del Salón Rico.

· a Miguel Ángel Bonache, por la información que día a día descubre durante los trabajos de restauración del Salón Rico y las horas de conversación erudita compartidas.

· a Josu Imanol Delgado y Ugarte, por su ayuda desinteresada en las primeras fases de la investigación.

5 comentarios
  1. Rubén Calderón Pérez
    Rubén Calderón Pérez Dice:

    ¡Otra fantástica entrada!
    Estamos enganchados. Deseando que aún quede mucha heráldica por explicar en el Salón Rico

  2. J. A. González Pintado
    J. A. González Pintado Dice:

    Muy interesante tanto el trabajo como la presentación

  3. Álvaro
    Álvaro Dice:

    Excelente investigación. Como si de un sencillo cuento se tratase, aparece aquí una guía de blasonado para dummies. Nos introduces en la compleja heráldica antigua activando la curiosidad dormida y generando la necesidad de querer comprender más. Gracias.

  4. Arturo
    Arturo Dice:

    Estupenda introducción a estos escudos tan significativos.

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