Agua, papel y pigmento, pocos y sencillos elementos son necesarios para plasmar la belleza de la vieja ciudad.

Cada tarde salgo de casa con la cámara y tras tomar un café en la plaza de la Magdalena, camino sin rumbo y sin prisa a través de las estrechas calles a la búsqueda de campanarios, ventanas enrejadas, puertas antiquísimas o de vetustas balconadas de madera.

Cada momento tiene su luz. Toledo es la infinitud. Acompáñame a recorrer estos estéticos rincones toledanos a través de mis acuarelas y dibujos a tinta. Espero que mis trabajos te transporten por los silencios de la ciudad y sientas a través de ellos el peso de su historia y de su belleza.

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