Toledo en la mano

Jose María Gutiérrez Arias

Recuerdo con cariño, echando la vista atrás hacia mis primeros años profesionales, que una de las cosas que más me gustaba del oficio de rehabilitar edificios era el cacharreo arriba y abajo con los arqueólogos. De ellos aprendí mucho, sobre todo aquello que no está en los libros, … mirar despacio y leer el lenguaje constructivo de los materiales que forman parte de los edificios. Mi primeros “sueldos” fueron unos muy bien pagados dibujos arqueológicos, yo no sabía que se podía ganar dinero dibujando piedras y ladrillos. La labor de estar “castigado” de cara a una pared, entre tendeles, mampuestos y cuadrículas de cuerdas, dibujando sobre un papel milimetrado, resultó ser una apertura de puertas a un mundo desconocido. Un mundo al que ahora estoy felizmente encadenado, un trabajo que me permite hablar con los edificios y entender su lenguaje escondido.

Aquellos años sirvieron para aprender, de “buenos cocineros”, un generoso manual de recetas con las que ahora cocino el rancho diario. Entre esas recetas se encontraba la lectura de paramentos, de los muros, para que nos entendamos. Distinguir o intentar aproximar la fecha de construcción de los muros que constituyen un edificio. Tarea a veces un poco complicada por la diversidad de los materiales, la disposición de los mismos o las diversas modificaciones sufridas a lo largo del tiempo. Aunque la historia de la construcción, como en otras muchas facetas de la vida, es un péndulo que bascula entre las nuevas formas y los viejos arcaicismos, cada época tiene su forma de construir, un adn escrito en las piedras que nos dice quien es el padre de la criatura.

En esta entrada queremos iniciar un pequeño manual de lectura de paramentos. Una guía de campo para pasear por la ciudad y tocar sus paredes, intentar descubrir, en un viaje en el tiempo, cuándo fueron construidos los viejos caserones que flanquean nuestro paso. Pon caminante tu mano en la pared y descubre el mensaje escondida en ellas.

En esta primera entrada de esta serie les mostramos un aparejo islámico, la disposición “tipo” de sus piedras y ladrillos. Generalmente estos aparejos estaban revocados (con una capa de yeso o mortero de cal que los recubría) pero también hay evidencias de que su traza era a cara vista …

Un cordial saludo.

3 comentarios
  1. Felipe
    Felipe Dice:

    Qué gran idea esta del catálogo-guía de los aparejos. Para los que nos movemos poco o nada en el mundo del urbanismo, arquitectura y arqueología, es siempre difícil acertar. Me interesa especialmente el tema de los revestimientos: ¿sería posible conocer lo que sobrevive de revocos y revestimientos originales medievales? ¿Tenéis algun inventario o catálogo sobre esos supervivientes?

  2. Jose María Gutiérrez Arias
    Jose María Gutiérrez Arias Dice:

    Sería interesante realizar otro manual de revestimientos … Intentaremos hacer alguna entrada al respecto.
    Gracias por el comentario.

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