Neri III: San Juan de la Leche y la Santa Escuela de Cristo
Pablo González Collado
Puede observarse en la vista de Toledo que dibujó Joseph de Arroyo Palomeque en torno a 1720, una iglesia con torre y cimborrio que ocupa lo que hoy es la plaza de Amador de los Ríos. Cabe la duda razonable de si es capilla de San Felipe Neri el cimborrio, pues seguía en pie en el momento de la elaboración de la vista de Palomeque, pero no es posible si atendemos al plano de finales del XVIII aportado por Julio Porres en su Historia de las calles de Toledo (tomo IV -ver más abajo-) donde puede apreciarse que la posición de la capilla de Sancho Sánchez (marcada con la letra T) se sitúa a norte de la torre (a su izquierda según la orientación del plano), lo que haría que en la vista de Arroyo-Palomeque (salvo omisión del artista) se situara más allá de la mencionada torre. Y no es lo que ocurre, así que lo que vemos es el cimborrio de la propia iglesia de San Juan Bautista ocultando el volumen edificado del oratorio.
En la capilla de Sancho Sánchez de Toledo de la iglesia de San Juan Bautista (o de «la Leche») se asentó la Santa Escuela de Cristo en 1655 tras comprársela a los descendientes de los Sanchez de Toledo. Esta poco conocida institución fue fundada en el Hospital de los Italianos de Madrid en 1653 por el padre Juan Bautista Ferruzo, un oratoriano italiano, siguiendo el modelo de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Roma. Tuvo un gran desarrollo en España, con cénit en los siglos XVII y XVIII, entrando en decadencia en el XIX y quedando relegada en el XX y en nuestros días a una organización religiosa de menor repercusión social llamada Instituto Orgánico de las Escuelas de Cristo.
(Se muestra en la siguiente imagen el emblema episcopal del obispo beato Juan de Palafox, que luego adoptó como suyo el Instituto Orgánico de las Escuelas de Cristo promovido por Sánchez Castañer a raíz del III centenario en 1953)
A nivel popular se conoce poco la Santa Escuela de Cristo, pero lo cierto es que esta organización tuvo un gran impacto en la España barroca y múltiples y próceres varones, tanto laicos como clérigos, formaron parte de ella, por ofrecer los valores de perfección y ascetismo que admiraba y demandaba la sociedad del momento. Es probable que la causa de este escaso conocimiento difundido sobre la Escuela de Cristo tenga que ver con su propia filosofía intimista carente de todo boato y centrada en el ejercicio de las virtudes cristianas y el crecimiento espiritual de cada individuo. Se dedicaron durante sus aproximadamente tres siglos de funcionamiento a labores de crecimiento interior, fomento de la rectitud ética y acciones caritativas para los más necesitados.
El padre Ferruzo trae, pues, a España el espíritu de San Felipe Neri pero sin dar continuidad a la Congregación del Oratorio fundada por el santo, sino creando una institución nueva que se exportó rápidamente a decenas de ciudades españolas bajo las mismas constituciones (estatutos). La Santa Escuela de Cristo nace envuelta en controversia pues algunos sectores de la iglesia interpretaban ciertas prácticas como poco ortodoxas pero gracias al impulso de Ferruzo y del beato Juan de Palafox, que se encargó de redactar una defensa razonada de la causa de la Santa Escuela, y al apoyo incondicional del arzobispo de Toledo, don Baltasar Moscoso y Sandoval, la nueva institución prosperó fértil.
La Santa Escuela de Cristo se componía de 72 miembros (en recuerdo de los discípulos de Cristo) dirigidos por un padre Obediencia (por ser ésta la virtud que debe ejercitar y enseñar a los demás hermanos), unos diputados eclesiásticos y seglares, los nuncios y el secretario. En Toledo comenzó su andadura en la capilla de Antonio Joseph de Villareal de la parroquia de San Nicolás, pero pronto se trasladó a la capilla de Sancho Sánchez.
(Abajo, plano de la iglesia de San Juan Bautista publicado por Julio Porres en su Historia de las calles de Toledo)
Es un hito histórico para la ciudad, y por ello nos interesa esta institución en la presente entrada, su concurso en el pleito sobre la demolición de la Iglesia de San Juan «de la Leche». Sabemos por la documentación histórica de la existencia de continuas obras de reparación en la parroquia pues siempre padeció problemas estructurales, casi desde su fundación (¿quizá los restos romanos bajo la plaza de Amador de los Ríos sobre los que se asentaba tuvieron algo que ver?). Dichos procesos patológicos promovieron que el ayuntamiento dictara orden de demolición en 1771, mandato que incluía la capilla de Sancho Sánchez, sede donde la Santa Escuela de Cristo realizaba sus oficios. La propia Escuela encarga un informe sobe el estado de conservación de su capilla que incluye plano detallado de la iglesia de San Juan Bautista y anexos, donde se pone de manifiesto la independencia estructural de su sede, respecto del resto del edificio aquejado de los problemas de estabilidad. Elevan al rey Carlos III dicho documento y piden su protección, que les es concedida en 1774, gracias a lo cual, la capilla que llamamos de San Felipe Neri se salvó de una demolición cierta que tuvo lugar en 1777 para el resto del templo. Demolición que nos dejó un bonito espacio público (la plaza de Amador de los Ríos) y un magnífico monumento gótico (la capilla de Sancho Sánchez de Toledo) bien cargado de historia para nuestro deleite.
Cabe incidir en el interés de la Santa Escuela de Cristo como institución religiosa y social, capaz de recoger el sentir de las gentes de una época y que nos permite comprender la espiritualidad del mundo barroco hispano, en su apartado seglar. Una congregación netamente española (sólo hubo dos fundaciones fuera de nuestras fronteras y con escaso recorrido: Roma y Marsella) que aguarda a ser re-descubierta para la historia de nuestra ciudad.
Para ir concluyendo y a modo de curiosidad, decir que el famoso dramaturgo del siglo XVII, D. Agustín Moreto (al cual la ciudad dedica un callejón perpendicular a Alfileritos), perteneció a la Santa Escuela y fue enterrado en la cripta de la capilla, donde quizá sigan aún sus restos mortales.
El edificio que llamamos Oratorio de San Felipe Neri, que fue erigido como capilla de la desaparecida iglesia de San Juan Bautista o de «la Leche», originariamente como capilla funeraria de Sancho Sánchez de Toledo y María Álvarez Cota y que posteriormente fue sede y oratorio de la Santa Escuela de Cristo durante centurias, hoy es un espacio recién rehabilitado y administrado por el Consorcio de la Ciudad de Toledo, visitable de forma gratuita (Centro de gestión de recursos culturales del Consorcio: 925 25 30 80), que se mantiene como testimonio arquitectónico de siglos de historia de la ciudad y como ejemplo de la pervivencia de los valores culturales que alberga el patrimonio toledano.
Quede por escrito mi agradecimiento al profesor D. Fermín Labarga por su extraordinaria monografía sobre la Santa Escuela y por permitir la utilización de las fotografías utilizadas en esta entrada (emblema de Juan de Palafox y portada de las constituciones).
PARA SABER MÁS:
· Labarga, Fermín (2013). La Santa Escuela de Cristo. Biblioteca de Autores Cristianos.
Muy curioso e interesante la trilogía