Mosaico hidráulico
Pablo González Collado
Queremos destacar hoy un elemento poco valorado en nuestro tiempo pero que tuvo gran difusión durante el pasado siglo XX: el pavimento de baldosa hidráulica conocido también como mosaico hidráulico.
Multitud de inmuebles en el Casco Histórico presentan una imagen poco lustrosa en el momento en que realizamos la visita técnica previa. Encontramos casas abandonadas, en avanzado estado de ruina o simplemente cerradas y deshabitadas durante décadas, con estética “pasada de moda”: papeles pintados en las paredes, moldurados de escayola en cornisas interiores, cielos rasos de cañizo y un sorprendente suelo formado por baldosas sobre las que se atisba, entre el polvo, un trazado geométrico en colores muy vivos, con dibujos, formas y diseños de lo más variado, generalmente formando alfombrados (simulando tapices geométricos en el suelo), encintados (cenefas enmarcando otros suelos) o jaquelados (ajedrezados).
Este elemento constructivo recibe el nombre de su procedimiento de fabricación: baldosa “hidráulica” puesto que para aglomerar los materiales que conforman la baldosa es preciso ejercer presión, originariamente de forma manual y más recientemente por medio de la fuerza repartida por un pistón de una máquina hidráulica, que mediante fluidos (aceite normalmente) ejerce la presión necesaria para dotar de integridad al elemento.
Los materiales empleados en la obtención de la baldosa son cemento y cemento blanco, pigmentos inorgánicos, polvo de mármol y árido, mezclados primeramente en seco para después pasar a otros recipientes donde se añade el agua de amasado. Se aplica la mezcla resultante a un molde con la forma de la baldosa (normalmente cuadrado) constituido por una plancha lisa de acero con un marco que confina la masa aplicada. Para la obtención de los dibujos se utilizan unas rejillas elaboradas en chapa de latón denominadas trepas que contienen los intrincados diseños geométricos, encajan a la perfección en el molde y presentan aberturas y canales a modo de espacios sobre los que verter el pigmento con un cazo, como último paso para obtener el dibujo en color. Una vez rellenado se retira la trepa con delicadeza para no dañar el dibujo definitivo.
No se trata de una pintura superficial o esmalte sino que el pigmento penetra en la masa cementosa impregnando interiormente el mortero y pasando a formar parte del espesor del material.
Una vez realizada la distribución de colores se aplica una capa llamada secante, con cemento y árido muy secos para absorber el exceso de humedad y dar espesor a la baldosa. Tras ello se aplica fuerza a través de la prensa hidráulica y se deja fraguar la baldosa 28 días para que adquiera el cemento las propiedades mecánicas que le son características.
Todo ello compone un ingenioso sistema de fabricación artesanal que consigue unas baldosas para pavimento artístico con gran resistencia mecánica e infinitas posibilidades plásticas.
Queremos agradecer a la empresa www.ludivall.com el compartir una tarde con nosotros desvelándonos los secretos del mosaico hidráulico que desde su taller en Villaseca de la Sagra continúan fabricando desde hace varias generaciones para disfrute de nuestros edificios. Los vídeos que se muestran a continuación han sido grabados en la sede de esta empresa y autorizados por sus propietarios. El primer vídeo muestra el proceso de fabricación de una baldosa y el segundo el catálogo visual con imágenes tomadas de su exposición permanente.
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Pablo González Collado. Consorcio de la Ciudad de Toledo
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