La marca del tiempo

José María Gutiérrez Arias

Cuando se describe a nivel arquitectónico un edificio uno de los datos más relevantes, y que no debe faltar en una completa descripción, es el relativo a su fecha de construcción.

En la mayoría de los casos podremos intuir de forma aproximada la época de construcción por el estilo arquitectónico. No obstante si queremos saber con exactitud el año de construcción, necesitaremos realizar, en la mayoría de los casos, un estudio histórico y una mayor o menor labor de investigación en función de la antigüedad del edificio en cuestión, o de su mayor o menor importancia patrimonial. A veces ese dato es fácil de conseguir puesto que lo encontraremos reflejado en el edificio, en su fachada principal o en algún sitio emblemático del mismo, aunque algunas veces esa marca no sea tan evidente y haya que buscarla. También es muy habitual encontrar grafitis o apuntes de maestros de obras que fechan sus trabajos o reformas posteriores que se han hecho en estos viejos edificios.

La entrada de hoy quiere mostrarles un pequeño repertorio de esas marcas temporales que nos encontramos, como siempre, en el día a día de nuestro trabajo. Algunas son muy conocidas y fácilmente visibles, otras no. Emplazamos a nuestros lectores a que miren con detalle las fachadas de nuestros edificios, ellas a su manera cantan su historia y su pasado. En alguna entrada posterior intentaremos dar alguna clave sencilla para que puedan, de forma aproximada, datar los edificios de nuestra ciudad histórica: lectura de paramentos, aparejos, tipos de revocos, disposiciones constructivas, …

Callejón de Santa Fé (año 1747). Este callejón, recientemente restaurado por el Consorcio, tiene revocos y pinturas de muy buena calidad. Es por ello que sus autores quisieron dejar constancia de la fecha de ejecución de su trabajo, con el tiempo esta firma temporal va adquiriendo mayor prestancia, testimonio de la longevidad de lo que contemplamos.

Plaza de San Justo nº 4 (año 1617). Uno de los sitios emblemáticos para colocar fechas suelen ser las portadas nobles de los edificios. Como buen ejemplo de ello traemos a colación la portada de este inmueble donde vivió Narciso Tomé, el autor del “Transparente” de la Catedral Primada.

Travesía de San Torcuato nº 3, “Casa de las Miñacas” (año 1514). Esta casa-patio, quizás la más bella de Toledo, tiene algunos grafitis en sus paramentos. En la arquería situada sobre la escalera, en el corredor alto de la casa, hay una fecha que parece firmar uno de ellos, un dibujo muy curioso de lo que parece una torre. Agradecemos a Dña. Renata Takkenberg, propietaria del edificio, su amabilidad al permitirnos visitar su casa.

Calle Buzones, fachada norte del antiguo Convento de las Capuchinas (año 1913). No siempre las fechas nos marcarán el año de construcción del edificio, en este caso de bastante mas edad que lo que aquí se marca, sino que a veces se deja testimonio de la ejecución de una rehabilitación o reforma. Aquí se fecha la ejecución del revoco, que sustituye al original de finales del siglo XVII el cual todavía se conserva, con su noble color rojizo, sobre este bello alero en diente de sierra. Nuestros “abuelos” también hicieron revocos de calidad sobre las fachadas de Toledo, éste que les mostramos intentará alcanzar la edad del que le precedió, de momento ya ha alcanzado los cien años, edad a partir de la cual una construcción ya se puede decir que adquiere un carácter singular.

Cruce de la Calle Aljibes con la Calle Buzones y la Plaza de Santo Domingo El Real (año 1787). En este guardacantón encontramos otra fecha, seguramente la de colocación de este elemento pétreo de protección que protege la esquina del edificio del antiguo roce de carros y carretas.

Calle Carmelitas Descalzos nº 1 (año 1699). Esta fachada tiene datada la referencia más antigua que conozco sobre un revoco. Si bien hay zonas muy deterioradas el estado general de estos revestimientos es magnífico. Es una de las mejores fachadas de la ciudad y está prevista su restauración por el Consorcio.

Plaza de Amador de los Ríos nº 9 (año 1883). Ya hemos hablado anteriormente de la costumbre de datar los edificios marcando la fecha de construcción en las portadas de cantería. Una vez pasada la época de realzar las entradas de los edificios con las labores de cantería, se siguió la inspiración de fechar el nacimiento de una nueva construcción marcando el evento sobre el vano de la puerta principal del edificio, para ello se utilizarán nuevas técnicas, en este caso con una elaborada cerrajería artística.

Plaza de Santa Teresa, entrada del Convento de las Carmelitas (año 1697). En este caso se data la fecha de la instalación de una hornacina con una imagen sobre la puerta principal de este cenobio.

Calle Real, Hospital del Nuncio (año 1793). En edificios singulares es casi obligada la inclusión en su fachada de la fecha de construcción, como es este caso.

Monasterio de San Juan de los Reyes. Es muy habitual encontrar en los edificios antiguos testimonios de muchos de los albañiles que han trabajado en ellos a lo largo de los siglos. En la parte alta del monasterio, en las terrazas existentes sobre las naves laterales de la iglesia, hay numerosas marcas sobre los sillares de caliza, recuerdo de distintas épocas de numerosas jornadas de trabajo en las cubiertas.

Calle Alfonso XII, nº 3 (año 1593) Cárcel para “Gente Honrada”. A veces no se indicaba solamente la fecha de construcción sino también datos relativos al uso del edificio y a los gobernantes de la época.

Plaza de San Agustín nº 4 (año 1584). Esta portada tiene ocupada la parte frontal por triglifos y metopas con lo que la fecha de datación la encontramos en la parte inferior o papo del dintel. Sobre el retallo del dintel encontraremos también el nombre del propietario de la casa y una referencia a su relación con el Santo Oficio.

Portada de Valmardón (año 1576). Esta inscripción estuvo muchos años tapada recuperándose felizmente en la ultima restauración que sobre este monumento hizo la Fundación Caja Madrid.

Calle Instituto, Palacio de Lorenzana (año 1874). En la parte posterior de este edificio universitario se encuentra esta sencilla referencia a la fecha de ejecución del revoco. Esta fachada ha sido recientemente restaurada por el Consorcio de la Ciudad de Toledo.

Cuesta de la Sal nº 3 (año 2005). Hoy en día también perdura la costumbre, sobre todo entre los revocadores, de dejar alguna referencia sobre la fecha de finalización de los trabajos.

Calle Trastamara nº 3 (año 1798). Entre las labores más originales que existen para fechar una construcción hemos encontrado esta gran baldosa cerámica, que originalmente estaba en la fachada del edificio de referencia. Su propietario la retiró hace años para evitar el robo de la misma y actualmente la podemos encontrar dispuesta a modo de cuadro en el interior de la vivienda. Recientemente, el Consorcio ha subvencionado la restauración de esta fachada en la que se pueden contemplar algunos trampantojos muy originales.

Iglesia de San Vicente, fachada posterior (año 1999). Esta inscripción recoge la fecha de la rehabilitación de la fachada lateral trasera de este monumento, paramento que recoge diversos estratos de revoco de distintas épocas.

Obrador de la Cera, Catedral Primada (2005). En la última reforma de las cubiertas de esta zona de la catedral se dejo sobre el escudete de la armadura de par y nudillo una pequeña fecha y el nombre del pueblo al que pertenecen los orgullosos albañiles que trabajaron aquí.

Calle de la Plata nº 10 (año 1943). Esta gran casona tiene portada gótica pero sin fecha, en su interior y una vez atravesado el zaguan encontraremos la fecha de una antigua remodelación de las zonas comunes, portal y escalera.

Calle Recoletos nº 2, Antidoto Rooms (año 1571). Este singular hotel recientemente restaurado tiene un brocal en su patio que, de forma original, marca con seguridad la fecha de construcción del edificio. Para el año 2014 está prevista por parte del Consorcio la restauración de los restos de un aljibe romano que se encuentra en este inmueble.

Calle Sierpe nº 11 (año 1890). De nuevo volvemos a encontrar la solución de utilizar los portones tradicionales para fechar un edificio. Como podemos comprobar también es habitual encontrar las iniciales del propietario del inmueble.

Calle Aljibillos nº 5 (año 1867). Otro ejemplo mas de labor de cerrajería artística sobre los portones.

Calle del Pozo Amargo (1807). Cuando el Consorcio rehabilitó las fachadas de la parte alta de esta calle dejó en este paredón de una casa-jardín una rústica y rápida inscripción que realizó un albañil sobre un sencillo revestimiento.

Plaza de Zocodover (1908). En la  Fachada de la Vidriería encontramos este dragón alado sujetando la fecha de construcción o reforma de esta zona de la plaza.

Calle de San Miguel nº 15 (año 1733). Sobre la puerta de entrada de esta humilde casa de vecinos se encuentra, a punto de desaparecer, un sencillo y antiquísimo revoco que jugando con las texturas del fratasado nos muestra la datación del edificio.

José María Gutiérrez Arias. Consorcio de la Ciudad de Toledo

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