Aparejos II: Mampostería y ripio
Pablo González Collado
Es habitual en el Casco Histórico de Toledo el encontrar aparejos singulares en pretéritos muros de arquitectura tanto culta como doméstica. Uno de ellos, bastante extendido, es el que muestra una mampostería concertada o encintada, con ripios (piedras de menor entidad incrustadas de canto en la junta) para calzar las piedras irregulares y dotar de mayor estabilidad al muro.
Con el tiempo la funcionalidad de los ripios deviene en motivo decorativo recurrente y los muros se cuajan de pequeñas piedras de distinto origen mineral al de la mampostería para conseguir efectos, texturas y acabados.
Las imágenes anteriores han sido tomadas del ábside restaurado del convento de Santa Úrsula. Pueden apreciarse los ripios de negra piedra, quizá granítica o basáltica que “dibujan” la junta y enmarcan los mampuestos entre cajones de ladrillo.
Existe un caso menos extendido en la ciudad que se da en el convento de Santo Domingo el Antiguo, donde podemos observar perfectamente los puntos negros que constituyen el ripio decorativo y que en esta ocasión son de escoria volcánica, incrustada en el mortero alrededor de las piedras que conforman el muro. El sistema pretende construir un muro mediante mampostería de la piedra habitual (granito, gneis, cuarcita, etc.) y decorar el mortero de junta, mientras aún está fresco, con pequeñas rocas de procedencia volcánica, denominadas “escorias” o “escorias volcánicas”. Son éstas pequeñas piedras de un material de color negro o pardo oscuro (“azules” según cita Dña. Balbina Martinez Caviró como veremos a continuación), ligero y vesiculado (con macro-poros o cavernas en su composición) cuyo empleo repetitivo sobre la superficie confiere al muro un acabado texturizado muy del gusto de la época en que se utilizó.
Dña. Balbina, en su libro “Conventos de Toledo” menciona un documento conservado sobre las condiciones de la obra del convento de Santo Domingo el Antiguo donde se dice textualmente “[…] revocado todo de cal delgada assí el ladrillo como la froga, y en la froga vayan embebidas unas chinas de escoria o de piedra azul […]”.
Es tal el acomodo que el sistema decorativo del ripio negro adquiere en nuestra ciudad que incluso se imita en las fabulosas fachadas fingidas que conservamos, pintando puntos negros sobre la imitación de la junta, enmarcando el fingido de la piedra. Todo un sistema completo imitado que parte de un origen estrictamente funcional y se convierte en conjunto decorativo con su propio lenguaje arquitectónico. Ilustramos este punto con las dos imágenes anteriores, la primera (a la izquierda) tomada de la fachada del inmueble situado en la plaza del Colegio Infantes nº 13 y la segunda (a la derecha) del muro del convento de las Capuchinas.
Pablo González Collado. Consorcio de la Ciudad de Toledo
Muy buen artículo Pablo.
Un saludo.
Diego.