Guardaejes y guardacantones

Jose María Gutiérrez Arias

Toledo, su historia …  hoy es fácil conocerla. Libros, textos, monografías, blogs…  múltiples estudios hablan sobre ella. Pero que mejor narrador de sus tiempos pasados que la propia ciudad. Ella también cuenta, a su manera, sus tiempos pretéritos, a veces de forma muy evidente. Hoy queremos hablarles de elementos de esas calles y callejones cuyas paredes hablan, paredones que cuentan viejas historias de trasiego de carros y carretas.

Toledo ha necesitado, desde tiempos inmemoriales, del uso de caballerías y carruajes para el transporte y acarreo de todo tipo de cargas por sus intrincadas calles y empinadas pendientes. Rutinas diarias de traslado de alimentos, agua, materiales de construcción y por supuesto de personas. Trabajadores, gente humilde, nobles o aristócratas utilizaban para unos u otros usos estos medios de transporte.

Ese ir y venir ha quedado grabado en esa paredes que hablan, es por ello que todavía podemos encontrar en las callejuelas del casco histórico restos de guarda ejes y guardacantones.

Llamamos guarda ejes a los rebajes realizados en las paredes de los edificios, para tratar de evitar sobre ellos el roce de los eje de las ruedas de los carros, aunque más bien podíamos decir que lo que se trataba de proteger eran los carros, más que los edificios. La mayoría de las calles de la ciudad antigua, al igual que sucede hoy en día, no estaban pensadas para el tráfico rodado. La impronta musulmana, que borró gran parte de la ciudad romana y visigoda, todavía constituye el alma de la intrincada trama urbana actual. Esa limitación de anchura, en calles y callejones, reducía el uso de carruajes a un número muy limitado de espacios. Con el fin de ampliar las zonas accesibles, se disponían rebajes en los paramentos de aquellos edificios situados en viales estrechos o en zonas de giro, mejorando de esa manera la entrada y salida a otros puntos de la ciudad.

Esos rebajes se efectuaban de dos maneras, bien trabajando la obra de fábrica de forma expresa para formar una concavidad, cuyo eje se situaba a una altura aproximada entre los 60 y los 80 cms desde el suelo (ruedas de entre 1,20 y 1,60 m. de diámetro), o empotrando de forma lineal, a esa misma altura, grandes piezas de sillería granítica de perfil cóncavo.

Generalmente no debería ser necesario proteger los paramentos de los edificios a otras alturas, al ser el extremo del eje de los carros el elemento más externo de los mismos. Esta circunstancia no sucede hoy en día con nuestros vehículos modernos, la zona de roce ha subido a la altura de los retrovisores, y si el vehículo es una furgoneta subiremos más o menos en función del modelo. Como resultado tenemos que algunas calles presentan un catálogo de los diferentes vehículos que discurren por ellas. Indicaremos como anécdota que siempre hay más marcas en las fachadas situadas al lado contrario del conductor, al ser éste el de más difícil control visual.

Como salvaguarda de los paramentos sólo es posible, en este caso, la colocación de grandes chapones o palastros, similares al existente en la fachada del Convento de Capuchinas, instalado en la última rehabilitación financiada por el Consorcio.

Es importante destacar que a veces los guarda ejes o concavidades se formaban de forma “natural” con el roce diario de los carruajes. Este caso es fácilmente visible en el lateral del ábside de la Iglesia de San Vicente, donde el rebaje existente en los sillares y sillarejos es irregular y no presenta signos de un trabajo elaborado. Aquí los paramentos vuelven claramente a hablarnos de su historia, antiguamente la calle en esta zona no era tan ancha y constantemente se producía el roce en la zona inmediata a la curvatura del ábside. Podemos ver el estado original de la calle en el plano del Iglesia de San Vicente de 1598 realizado por Nicolás de Vergara el Mozo, y el estrechamiento existente entonces en ese punto, antes de entrar a la Calle del Refugio, actual Calle Alfileritos.

Los carros presentaban también protecciones para hacer frente a los roces ocasionales que se pudieran producir con las fachadas de las casas, para ello se colocaban en las ruedas, en los extremos de los ejes, los llamados bujes, piezas metálicas o de madera con anillos metálicos.

No podemos olvidarnos de los guardacantones, también poco numerosos en nuestra ciudad, si nos atenemos a su significado principal que le asigna la RAE,  “poste de piedra para resguardar de los carruajes las esquinas de los edificios”.   Esta acepción se refiere a elementos exentos o casi exentos a la fachada y claramente fuera de plomo de la misma, en Toledo por el contrario si son muy numerosos los guardacantones colocados a línea con la fachada. Esta disposición constructiva es totalmente lógica, … y casi obligada en una ciudad como la nuestra. La estrechez de las calles no permitía alejar en exceso, con medidas coercitivas, a los carruajes lejos de los paramentos, puesto que no quedaría espacio para los mismos. Es por ello que la solución más común sea reforzar fuertemente los esquinazos, y asumir como inevitable el roce, con potentes sillares, que se rematarán en redondo o con un chaflán. Estos guardacantones cumplen a su vez una doble función, la de atar las verdugadas de las esquinas de la típica mampostería toledana.

Quizás el guardacantón exento más antiguo que tengamos en la ciudad sea el existente en el antiguo Palacio del Canónigo Obrero, edificio perteneciente a la Diputación Provincial, en la Plaza de Abdón de Paz nº 7, en la esquina de entrada a la Calle del Cristo de la Calavera.

En algunos casos se utilizan columnas como guardacantones, tales como el situado en la fachada norte de la Iglesia de San Vicente o el que podemos contemplar en la antigua Fábrica de harinas ” San José “, en la esquina de la Calle del Mirador de Barrio Nuevo.

Por desgracia se han modificado muchas de nuestras antiguas calles, y al modificarlas las hemos dejado mudas, incapacitadas para transmitir y contarnos su historia. No quedan muchos guarda ejes y guardacantones en nuestra ciudad, y alguno ha estado a punto de desaparecer en no muy lejanas fechas. Sirva esta entrada para afianzar la conservación de los que todavía hoy tenemos, y si es posible de inicio de un inventario que sirva para su catalogación y protección oficial.

Actualmente el mayor peligro para la conservación de estos elementos son las rehabilitaciones poco respetuosas de fachadas y paramentos. Traemos a colación esta fotografía de la Calle Aljibillos, donde se conserva uno de los mejores guarda ejes doble de la ciudad. Aquí podemos contemplar lo que se debe hacer y un claro ejemplo de despropósito rehabilitador. El guarda ejes del lateral derecho de la calle, mirando en dirección hacia la Plaza de Valdecaleros, que si bien necesita una renovación de su limpieza, fue rehabilitado en una intervención directa por el Consorcio en el año 2003, descubriéndose en su totalidad, recibiendo sus piezas graníticas un tratamiento de conservación-restauración, y consolidando los paramentos cercanos con morteros de cal aérea. El guarda ejes del lateral izquierdo de la calle, situado en un edificio rehabilitado con poco acierto hace pocos años, ha sido literalmente “alicatado” con un mortero de cemento portland. Recordemos que este tipo de morteros, portadores de gran cantidad de sales, disgregan las piezas de sillería en una acción combinada con la humedad de capilaridad. La perfecta simetría de su acabado termina por estropear lo que debería ser una emblemática imagen tradicional de la ciudad.

A continuación les mostramos fotografías de guarda ejes y guardacantones de nuestro casco histórico.

Guarda ejes de la Calle de la Merced. El lateral derecho, mirando según se baja la calle, muestra lo que hemos indicado anteriormente, mayor número de roces sobre el lado contrario del conductor.

Plaza de Buzones nº 2 y 3. Único caso que conozco en toda la ciudad de guarda eje que cumple también la función de guardacantón. Este y otros guarda ejes existentes en el edificio fueron rehabilitados por la Comunidad de Propietarios de la Plaza de Buzones nº 2 y 3, gracias a la concesión de una ayuda de Elementos Especiales por el Consorcio de la Ciudad de Toledo en el año 2011.

Calle Aljibes. Pequeño guarda ejes habilitado para favorecer el giro en la esquina de encuentro de esta calle con la de las Tendillas.

Calle San Marcos nº 10. Este guarda eje ha sufrido múltiples avatares, la afección más importante se produjo en tiempos con la apertura de una puerta, al ampliar el vano de una antigua ventana, con la consiguiente demolición parcial de su desarrollo lineal. Todavía se ve el peldaño al pie del antiguo umbral. En la última rehabilitación realizada en el edificio, subvencionada por el Consorcio, se revocó y tapó por completo al querer igualar los albañiles toda la fachada. Felizmente se pudo intervenir a tiempo y recuperar su imagen inicial.

Calle Pozo Amargo nº 31. Guarda ejes situado únicamente en el lateral derecho de la calle, según se sube. Se encuentra casi tapado por un revoco de cemento a la tirolesa, que le perjudica de forma importante, aunque quizás sea más dañina la suciedad del humo de los cientos de coches que discurren por esta calle todos los días. Solamente es visible el granito en el primer tramo.

Calle Pozo Amargo nº 39. Este edificio, rehabilitado recientemente sin ayuda del Consorcio, tiene una buena labor de restauración en sus trampantojos realizada por T Res C.B., pero le sobran las carpinterías de aluminio y los vierteaguas de traza moderna. Afortunadamente se ha respetado un pequeño tramo de guarda ejes existente entre dos ventanas de planta baja.

Travesía del Aljibillo. En la fachada lateral del antiguo Colegio Mayor de San Bernardino podemos localizar un potente guarda ejes, situado estratégicamente para favorecer el giro de los carruajes en esta calle. Esta fachada ha sido rehabilitada en el año 2011 con ayudas del Consorcio.

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Calle Santa Isabel. Esta fachada presenta múltiples guardacantones, de reciente instalación, para proteger el complicado giro de los vehículos desde el Pozo Amargo hacia la Calle Santa Isabel.

Calle Chapinería, Plaza de las Cuatro Calles. Aquí encontramos un pequeño pero fuerte guardacantón que tiene encomendada la salvaguarda de la pilastra de esquina, puntal de apoyo de todo el edificio.

Calle Esteban Illán, Calle de la Tendillas. Uno de los giros más complicados del Casco Histórico. Sobre el esquinazo de la ” Carnicería Rafa” se dispone un sencillo guardacantón de granito y un achaflanado.

Calle San Clemente. Guarda eje colocado en la fachada de la Iglesia de San Román. Se dispone en tres piezas montadas una encima de otra, con un diseño similar al guarda eje de esquina de la Plaza de Buzones nº 2 y 3.

Calle de San Juan de la Penitencia. Guardacantón sobre la fachada de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor y guarda eje en el edificio de enfrente.

Portada de acceso al Corral de D. Diego. Rústicos guardacantones en la base de la pilastras de la portada.

Calle Alfileritos. En este caso no mostramos guardacantones ni guarda ejes, pero si queremos resaltar la original disposición de estas dos portadas que parecen volcarse sobre la calle, con la intención de evitar el contacto con los ejes de los carruajes que circulasen por ella.

Calle de Rojas. En esta calle queda un pequeño tramo de guarda ejes, en el lateral izquierdo subiendo. No hay trazas en la fachada de enfrente de que haya existido protección similar. Esta situación se repite en diversos puntos de la ciudad, bien motivado por reformas en las fachadas o renovación de alguno de los edificios que los contenían. En algunos casos sólo se protege uno de los laterales cerca de alguna esquina, con la intención de facilitar una zona de giro de los carruajes.

Callejón de Santa Úrsula. Aquí podemos ver claramente lo que comentábamos en la Calle Rojas, protección exclusiva en la zona de giro.

Calle San Ginés nº 2. En esta casa, donde se ubica una entrada privada a parte de las Cuevas de Hércules, encontramos un miniguarda ejes. Su principal función es proteger la esquina de la jamba de la puerta, y por ello el propietario del edificio ha rematado su extremo con una pequeña labor de carpintería.

Calle del Locum. Aquí está trabajada claramente la zona de giro. El edificio de enfrente, de nueva construcción, tiene un chaflán para adaptarse a la zona de giro. En la planta primera recupera rápidamente el espacio perdido.

Calle Alfonso X El Sabio. En una de las esquinas del encuentro de esta calle con la de Navarro Ledesma se intuye, bajo el revoco y el reciente pintado de la planta baja de la fachada, un guardacantón tradicional de sillares. Aun así el propietario de este edificio, cansado de renovar constantemente la pintura de la esquina, ha instalado unas intimidadoras piezas metálicas que eviten el roce de los vehículos directamente sobre la fachada.

Comentar por último que los guardacantones más originales de España se encuentran en la ciudad de Cádiz. El casco histórico de Cádiz es el único recinto urbano del mundo que contiene empotrados en sus esquinas una muestra de 109 cañones y 150 piezas de fundición, además de otros elementos de metal y piedra. http://www.blogsdecadiz.com/blog/2011/09/guardacantones-de-cadiz-canones-y-esquinales-i/   

                                                                                                                                                                                    

por Jose María Gutiérrez Arias

 
2 comentarios
  1. Angel Pacheco
    Angel Pacheco Dice:

    Los guardaejes de las Tendillas, Buzones, o la Merced convertidos hoy en vestigios de una época en la que Toledo intentaba adaptar sus estrecheces islámicas al desenfrenado tráfico de carros de la modernidad, me hacen reflexionar sobre la evolución, o involución, de la ciudad, y me parecen ahora signos de una época mas avanzada que la actual.
    Entre todas las fotografías me llama especialmente la atención la del guardaejes de la calle de San Ginés, no por largo o profundo, sino por todo lo contrario, no es mas que una humilde hendidura en la pared que permitía el tránsito de carros anchos por una de las partes mas estrechas de esa calle. En esa fotografía se ve también la casa de enfrente, rehabilitada no hace mucho, en ella un ancho revoco, un zócalo de anodino granito rechapado , y el vierteaguas de una ventana, han hurtado tres o cuatro centímetros a la calle justo enfrente del guardaejes.
    Puede parecer exagerada y puntillosa la observación pero esos tres o cuatro centímetros, aunque despreciables en una calle normal, son importantes para los que usamos la calle de San Gines, y mas cuando otros hurtos, recientes, han hecho intransitables, para los pequeños automóviles que por ellas podían pasar, las calles de la Sal y de la Granada.
    Sin duda si las obras de la calle de san Gines, la Sal o la Granada a las que me refiero se hubieran hecho con el moderno criterio que animó al constructor del guardaejes, el ayuntamiento en vez de haber permitido con su desidia la ocupación de esos pocos centímetros de vía pública, habría obligado a ampliarla una minucia, insignificante en tamaño y estéticamente hablando pero suficiente para mejorar su accesibilidad en vez de dificultarla, y la vida de los que vivimos allí sería un poquito mas fácil.

  2. Jose María
    Jose María Dice:

    Pues … tiene razón. A veces un “pequeño” detalle tiene mucha trascendencia y éste que usted comenta nos demuestra que nos falta a veces amplitud de miras. Y sentido común.

    Gracias por su reflexión. Un saludo

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