Me fecit 1778
Jose María Gutiérrez Arias
Entre las labores más difíciles que plantea el estudio de los edificios antiguos está el de la datación de los elementos constructivos. Esa labor se puede hacer de muchas maneras: estudio de documentación histórica, análisis de los materiales, comparación con otros edificios o elementos constructivos ya datados, … Lo ideal, lógicamente, es que el edificio tenga visible su fecha de construcción, situación no muy frecuente pero tampoco extraña. Ya hace tiempo dedicamos una entrada al respecto, en ella pudimos ver diversos ejemplos de datación de edificios en nuestra ciudad: “La marca del tiempo”
En la fachada del Convento de San Antonio, bajando por la Calle del Ángel, hay una antigua inscripción a media altura que, casi borrada por la suciedad y el abandono, nos marca la fecha de construcción de la fachada sobre la que se despliega. Escrito en latín nos parece leer lo siguiente: “MEFECI AÑO 1778”, o lo que es lo mismo: ME HICIERON EN EL AÑO 1778.
Este dato es muy interesante y nos marca un hito en cuanto a este tipo de fachadas de época barroca, fachada que yo llamo de las de “cajones de turrón”: fachadas construidas con machones de ladrillo y cajones de mampostería revocados con un fingido sencillo de revoco imitando las piedras. Ese fingido de revoco parece más bien el almendrado de un buen turrón.
Es destacable la sencillez de ejecución de esta manera de efectuar el acabado final de los cajones de mampostería y su buen resultado estético. El paso del tiempo contribuye aún si cabe al buen aspecto de estos cajones “almendrados”, la pátina de suciedad y el polvo se mete en el raspado fratasado de estos garrapiñados, haciendo a que estos falsos mampuestos destaquen en el alzado de la fachada. Este tipo de fachadas, relativamente comunes en nuestra ciudad, no son suficientemente valoradas y no es raro, por ello, que algunas bien intencionadas rehabilitaciones modifiquen el aspecto de los cajones y llagas del rejuntado, cambiando por completo el aspecto primigenio de los paramentos.
Esperamos, humildemente, que estas líneas ayuden a poner en valor estos acabados estéticos, ya centenarios, y que podamos seguir disfrutando de esta albañilería tradicional, sencilla pero muy bella.
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El amor a tu ciudad hace que la veas y la contemples con una mirada acariciadora y ella te pague dejándote ver su belleza.