La cantimplora
Jose María Gutiérrez Arias
Estos días pasados tuvimos la oportunidad de visitar los sótanos del inmueble sito en la Bajada del Colegio Infantes nº 6 y 8. Un sótano un poco extraño, para lo que suele ser habitual en las casas del recinto histórico. En los espacios subterráneos de este edificio predominan los techos planos, forjados de madera, metálicos y de hormigón, cuando la solución constructiva de más éxito, y la más corriente, es la de cubrir estos espacios con bóvedas de ladrillo. Recordemos lo que ya hemos comentado en otras entradas sobre este modo de construir: La disposición abovedada, ejecutada la mayoría de las veces con fábrica de ladrillo, no es un mero capricho estético, la humedad del terreno lleva a la ruina los sótanos cubiertos con forjados de madera, pudrición y ataque de xilófagos son enemigos implacables de la madera dispuesta bajo rasante. Un arco de descarga o una bóveda ejecutada en obra de fábrica es ideal para cubrir un espacio subterráneo, sostener los empujes del terreno sobre las paredes del sótano, llevar las cargas del edificio a la cimentación y dotar a la vivienda de un suelo de planta baja nivelado, seco y firme.
En nuestro sótano hay varias vigas colapsadas por pudrición y ataques de xilófagos, y los forjados metálicos y de hormigón existentes han sido montados como consecuencia de la ruina de anteriores forjados de madera. Por algún motivo que desconocemos las bóvedas de estos sótanos desaparecieron, fueron demolidas en tiempos. Tan sólo una pequeña bóveda resiste en un rincón del conjunto.
En medio de este galimatías nos encontramos una construcción singular que llama rápidamente nuestra intención. Una bulbo de mampostería, a modo de ojiva, surge del suelo, rematado en su parte alta por unas roscas de ladrillo. Parece la bajante de un aljibe, o pozo, es difícil trepar hasta la parte alta para comprobarlo, rodeada por un refuerzo acampanado de batiburrillo de piedras, ladrillos y argamasa de cal. Nunca habíamos visto nada igual. Este tipo de tubos verticales, por los que se accede a los aljibes para acceder al agua acumulada en ellos, suelen estar integrados u ocultos en las paredes de los sótanos. Como mucho veremos a veces la panza semicircular de la bajante adosada a algún paredón. Nuestra bajante quedó desubicada, huérfana de sus muros de apoyo, y al parecer tuvo que ser reforzada en alguna fase constructiva posterior.
Este sótano está muy modificado y el aljibe, capado en su periscopio, contempla a sus pies su viejo brocal. Parece difícil que pueda ser montado el rompecabezas de nuevo, aquí nada está en su sitio. Una lápida de viguetas de hormigón impide a esta cantimplora volver a abrir su ojo hacia el cielo.
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Sin duda alguna…. Muy singular.
Un saludo.