Arcos sin carga
Jose María Gutiérrez Arias
Una gran parte de los edificios de la ciudad histórica de Toledo levantan sus muros, estructuras y armaduras conforme a una serie de normas, heredadas en el tiempo, que se agrupan en lo que comúnmente llamamos “el buen hacer constructivo”. Normas forjadas por la fuerza de la experiencia, las disposiciones de los gremios y el sencillo respeto a la tradición. Buen hacer constructivo que se muestra, a modo de prueba forense, en esos alzados arquitectónicos que el paso del tiempo intenta tenazmente domar.
Muchas de esas normas son sencillas o evidentes, el ciudadano del casco histórico las reconoce con facilidad, acostumbrado a realizar la imprescindible labor de mantenimiento de casonas y edificios. Encalado de patios, retejado de cubiertas, pintado con aceites de linazas de cuartones, portones y balaustres, … ese propietario que mima despacio el edificio siente, observa, como están construidas las cosas. Pero hay otras normas ya no tan evidentes, e incluso el profesional en la materia duda ante la forma y el sentido de disponer los elementos constructivos en los edificios históricos. Sólo queda sino batirse contra piedras, maderas y ladrillos para obtener victoria – en esencia conocimiento – que permita resolver el acertijo de lo que otros, quizás con más sabiduría, han entretejido en nuestros edificios centenarios.
El tema da mucho de si, sosegado pues debe ser el análisis, de experiencia y conocimiento debe ir llena la mochila del observador que aspira a resolver tantas incógnitas. Nos atrevemos hoy aquí a dar nuestra humilde opinión sobre uno de estos acertijos: En algunos puntos de la ciudad hemos observado, sobre antiguos muros de mampostería o ladrillo, la disposición de arcos muy potentes ejecutados con ladrillo, embutidos en medio de los paramentos, macizados, sin habilitar ningún paso bajo ellos. No es extraño encontrar arcos que permiten habilitar bajo su cobijo los vanos de puertas y ventanas: de medio punto, de herradura, en arco conopial, … ¿Pero qué significado tiene un arco bajo el que sólo se despliega un macizo muro?
Las cosas no se suelen hacer sin sentido. Hemos intentado traerles algunas imágenes de la ciudad con algunos ejemplos de arcos, aparentemente “sin carga”, y hemos intentado descifrar la ecuación que permite explicar su existencia y función.
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Calle de San Clemente. Iglesia de San Román
Junto a la puerta de entrada a la Iglesia de San Román, en su lateral derecho y al pie, se disponen dos achaparrados arquillos que parecen trabajar en equipo. Sin duda su función constructiva va asociada a las bellas hornacinas de arcos apuntados polilobulados que se encuentran, trasdosados a ellos, en el interior de la iglesia. El arco de herradura de la puerta de entrada así como los dos arquillos, parecen ejecutados al mismo tiempo y abiertos en un muro más antiguo. Uno cumple funciones de habilitar un acceso nuevo y los otros dos reforzar los apoyos en esta zona del muro.
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Calle Alfonso XII. Antiguo Convento Madre de Dios
En la Calle Alfonso XII, sobre el paredón exterior sur del antiguo Convento de Madre de Dios, asoma rasante, como un lomo de ballena, un viejo arco de ladrillo mutilado parcialmente. Su “lesión” constructiva se debe a la apertura, en una fase posterior al arco, de una entrada al convento. El arco de descarga parece proteger, bajo su comba, un antiguo paso subterráneo que cruza la calle. Conocemos de su existencia al estar documentada la cesión en 1510, por parte del Cardenal Cisneros, para ampliación del convento, de una casa al otro lado de la calle Alfonso XII, en la Travesía de Jesús y María. Esta galería, que desconocemos si sigue hoy en día bajo la calle, fue autorizada por el Ayuntamiento en 1511 y permitía el paso de las monjas de un edificio a otro sin quebrantar la clausura (ver “La ciudad medieval de Toledo: historia, arqueología y rehabilitación de la Casa” Jean Passini, Ricardo Izquierdo Benito. Universidad de Castilla-La Mancha, página 325)
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Calle Cardenal Cisneros. Catedral Primada de Toledo
En la fachada sur de la Catedral Primada de Toledo, donde se encuentran la Calle Cardenal Cisneros y el Callejón del Vicario, se arma un ciclópeo arco apuntado de descarga. Creemos que su construcción está en relación a los dos pináculos existentes en la parte alta de este tramo de fachada. Estos dos pináculos rematan en lo alto dos grandes machones entre los que se constriñe el arco. No se distingue apenas muro y machones, todo parece lo mismo, oculta por sucesivas reparaciones que intercalan nuevos sillares en la vieja piel de la Catedral, pero mirando despacio se puede descubrir, en algún tramo, las trazas de los mismos. En este punto la pendiente del terreno baja rápido hacia la Calle del Barco, es zona de terraplenes, escalones en la roca y grandes rellenos, no es extraño por ello que los puntos de apoyo sean aprovechados al máximo, y es seguro que los machones cuentan con apoyos firmes.
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Calle de San Ildefonso
En este pequeño retranqueo de la Calle de San Ildefonso, y al pie de la tapia de un jardín, se advierte la existencia de un pequeño arco parcialmente cortado. Este arco de descarga protege, de la carga del muro, un aljibe escondido bajo él. Sabemos de su existencia gracias a la información aportada por el propietario de la casa donde se aloja el jardín.
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Callejón del Nuncio Viejo
En este callejón encontramos un potentísimo arco, de al menos tres roscas de ladrillo, del cual desconocemos la labor que tiene encomendada. En esta zona existen rellenos muy profundos y aterrazamientos del terreno de época romana. Hacia aquí se dirige, prolongando su traza conocida, la alcantarilla romana de la Delegación de Hacienda. Puede que bajo este rosco encuentre la galería cómodo paso franco en su discurrir pendiente abajo.
En posteriores entradas incorporaremos nuevos arcos de descarga, distribuidos aquí y allá por toda nuestra centenaria ciudad.
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Buenas noches.
Con sinceridad… Lo desconocía …¡¡Ya tengo un nuevo conocimiento!!
Un saludo,
¡Muy interesante!… Al pasear por el casco, muchas veces me preguntaba por la razón de su existencia.
Muchas gracias.
Gracias por el comentario. ¡Un abrazo Fer!
Como en tantas otras ocasiones, todo esto es el resultado de una mirada inteligente y observadora que se recrea posando detenidamente su vista sobre las distintas fases constructivas de esta ciudad. Esta reina olvidada por sus hijos, habitada solamente por gentes venidas de fuera.
Genial. Interesantísimo. Nos ayuda a ver Toledo con ojos siempre nuevos. T