Sí, los tejados se pueden leer, también los muros, los suelos, … los edificios son como los libros.
Ya hemos hablado de ello otras veces. En Toledo, en el viejo Toledo, los edificios tienen su historia escrita, – manuscritos pétreos que relatan el paso del tiempo -, nos dicen a su manera quien los hizo, cómo y para qué. Unas veces el número de páginas será corto, en otras todavía el libro seguirá sumando páginas, … no es extraño que también a veces nos cueste entender el idioma en el que están escritos.
Una parte importante del trabajo diario de los técnicos del Consorcio va encaminada a leer los edificios, lectura que debe ser pausada para no saltarnos ningún renglón. Entendiendo lo que hemos leído podremos tener el privilegio, y la responsabilidad, de escribir nuevas y atinadas páginas en la historia de cada edificio. De nuestra errónea lectura sólo surgirán borrones y páginas imposibles de leer.
Volvemos a los tejados. Tejas cobijas, canales, caballetes, pendientes más o menos acusadas, aleros con sus maderas vistas, otras ocultas. Todo parece decir algo, cualquier detalle puede ser importante. De la observación de la disposición constructiva, el diseño y los materiales de una cubierta podemos descubrir cosas muy interesantes. Como ejemplo práctico hoy les queremos contar el descubrimiento, hace ya cuatro años, de un magnífico “artesonado” policromado en el Callejón del Vicario nº 9. En este caso un pequeño detalle de la forma exterior del tejado nos indicó la existencia de algo diferente a lo habitual.
Para hacer más entendíble la explicación es conveniente aclarar previamente algunos términos. Llamaremos faldones a los planos inclinados que constituyen una cubierta y caballete a la unión de los faldones en la parte más alta del tejado. En el tejado que observábamos uno de los faldones no alcanzaba el caballete, éste se apoyaba un poco más abajo formándose un pequeño triángulo en el plano vertical llamado escudete. Los escudetes siempre van asociados a la existencia de armaduras de par y nudillo, estructuras de madera diseñadas para quedar vistas y cubrir espacios o estancias nobles. Estas estructuras de cubierta suelen estar decoradas con policromías o sus elementos constituyentes se disponen formando trazados geométricos, lo que comúnmente se denomina lacerías.
En nuestro caso la armadura de par y nudillo o “artesonado” no era visible desde el interior de la vivienda, al estar esta oculta por un falso techo de cañizo y escayola. Esta ocultación de elementos patrimoniales es muy habitual en Toledo y se produce como consecuencia de cambios estéticos y de gusto asociados al paso del tiempo. No es descartable también el “sellado” de los forjados y cubiertas de madera por motivos eminentemente prácticos, estas acciones van dirigidas a evitar la caída de tierra y polvo, procedente del mortero pobre que recibe el material de cobertura, por entre las rendijas de la tablazón que cubre la estructura.
Resulta sorprendente que bajo una imagen exterior tan humilde, tejado desvencijado y paredes de adobe, se pueda encontrar esta pequeña joya del siglo XV. La concesión, por parte del Consorcio, de una ayuda de elementos especiales a los propietarios del edificio permitió la restauración integral de la misma y su integración dentro del salón de una moderna vivienda. Exteriormente hoy en día se ha perdido la visión delatadora del escudete, ahora existe una protectora sobrecubierta que libera del peso de las tejas a la centenaria artesa.
Adjuntamos algunas fotografías de tejados de nuestra ciudad con reveladores escudetes, evidencias de la existencia de armaduras de madera singulares.
por Jose María Gutiérrez Arias